INTRODUCCIÓN
Hoy en día, es fácil consumir desinformación sin siquiera darnos cuenta de ello. El pensamiento crítico y el sentido común ya son características excepcionales, desafortunadamente. A pesar de tener acceso a la información como nunca en la historia, no parece ser que esto nos esté ayudando demasiado, más bien al contrario, parece que la información es cada vez más divisiva e incendiaria. Es sumamente fácil caer en la trampa del “nosotros y ellos” y asumir que tanto nosotros como nuestro grupo social somos poseedores de las formas correctas de ver el mundo e interpretarlo.
¿Pero qué es exactamente la desinformación?
De acuerdo con la definición presentada por Ecker y sus colaboradores, esta se define como cualquier información que resulta ser falsa, y esta falsedad puede ser producto de la contrariedad respecto a consensos científicos o bien, que contradice hechos claramente demostrados. Los autores de esta revisión señalan que la desinformación ha sido identificada como un importante factor que contribuye a diversos acontecimientos contemporáneos polémicos, desde elecciones y referendos hasta la respuesta a la pandemia de COVID-19.

Efecto de influencia continua
Algo muy interesante a notar es el efecto de la influencia continua, que explica cómo la desinformación puede seguir ejerciendo una influencia en el razonamiento aún a pesar de haber sido corregidos previamente. Y ahora, de forma completamente natural, nos preguntaremos por qué creemos en desinformación o qué nos impulsa a perpetuarla; a continuación, te presento algunos de los impulsores señalados en esta revisión:
- IMPULSORES COGNITIVOS: Estos son el pensamiento intuitivo (carencia de pensamiento analítico), las fallas cognitivas (no prestar atención a las fuentes), y la verdad ilusoria (familiaridad y fluencia).
- IMPULSORES SOCIOAFECTIVOS: El pertenecer a un grupo o buscar pertenecer, el estado emocional, así como la emoción misma, y la visión del mundo personal o grupal son importantes impulsores para las falsas creencias.
Considero que uno de los puntos más importantes que abarca esta revisión son las posibles razones por las que compartimos desinformación; generar molestia en otros, estar molestos o indignados, o buscar una alternativa más interesante a la realidad pueden ser todos motivos suficientes para hacerlo, señalan los autores. “Algunas personas solo quieren ver al mundo arder”.

¿Cómo podemos combatir la desinformación?
Lo primero es identificar las barreras para la actualización de nuestras creencias, las cuales pueden ser falacias lógicas, pobre comprensión de un tema, o incluso un estado emocional subóptimo. De acuerdo con las barreras identificadas, es imperativo emplear estrategias en donde el lenguaje sea simple, recalibremos los riesgos y beneficios, e incluso hagamos uso de gráficas y consensos actualizados. Aquí te muestro el ejemplo de la temperatura global y cómo podríamos atender la creencia falsa de que la Tierra se está enfriando:

Correlación y causalidad
¿Sabías que Denoden está asociado con una mayor probabilidad de Flembers? ¿No? Bueno, es que son palabras totalmente inventadas por Gershman y sus colaboradores en su estudio donde exploran como la correlación no implica causalidad, pero esto no necesariamente impide que las personas extraigan inferencias causales de las afirmaciones correlacionales, sobre todo, cuando el lenguaje es ambiguo o no tienen un contexto previo del cual inferir de forma acertada.

Estos resultados indican que, cuando se les presenta una declaración de asociación entre dos variables con un contexto mínimo que indica un cambio en la relación para la segunda variable, los participantes infieren una relación causal, de modo que la primera variable causa la segunda. De forma simple, cuando no tenemos contexto es más probable que pensemos que X ocasiona Y.
¿Cómo distinguir correlación de causalidad?
Las asociaciones correlacionales son comunes en estudios observacionales no experimentales donde se observa la relación entre dos o más variables independientemente de su direccionalidad. Por el contrario, la asociación causal entre variables requiere la demostración de la direccionalidad de cualquier relación causa-efecto propuesta, que generalmente se demuestra en estudios experimentales y longitudinales. A continuación, te presento algunas estrategias para hacer esto de forma más eficiente y efectiva:
1. Evaluar la relación entre las variables de interés
2. Si se encuentra asociación, determinar si esta asociación es coincidente, inversa o confusa.
3. Establecer si existe evidencia o razón plausible respecto a la dirección del efecto (X → Y)
4. Determinar la temporalidad (¿X precede a Y?)
5. Si el objetivo del estudio es establecer la causalidad, pero no se dispone de un ensayo aleatorio, considerar utilizar diferentes enfoques de diseño y análisis para minimizar el efecto de los factores de confusión medidos y no medidos. (Zaniletti, 2022)
CONCLUSIÓN
Como ves, nos enfrentamos a una serie de retos bastante importantes en la actualidad para hacer sentido de la información que consumimos, muchas veces sin saberlo, y ponderar un poco más y mejor nuestras actividades no solo de consumo, si no de divulgación de información y desinformación. Mis sugerencias para comenzar a entender y mejor consumir información son las siguientes:
1. El pensamiento crítico es un requisito.
2. Debemos aprender a navegar la incertidumbre.
3. Si el contenido apela a tus emociones, sobre todo negativas, se cuidadoso con tus reacciones.
4. Detente un segundo antes de interactuar con todo contenido que ves en R.R.S.S.
REFERENCIAS
Ecker, U.K.H., Lewandowsky, S., Cook, J. et al. The psychological drivers of misinformation belief and its resistance to correction. Nat Rev Psychol 1, 13–29 (2022). https://doi.org/10.1038/s44159-021-00006-y
Gershman, S. J., & Ullman, T. D. (2023). Causal implicatures from correlational statements. PloS one, 18(5), e0286067. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0286067
Zaniletti, I., Larson, D. R., Lewallen, D. G., Berry, D. J., & Maradit Kremers, H. (2023). How to Distinguish Correlation From Causation in Orthopaedic Research. The Journal of arthroplasty, 38(4), 634–637. https://doi.org/10.1016/j.arth.2022.11.019
Austin P. C. (2008). A critical appraisal of propensity-score matching in the medical literature between 1996 and 2003. Statistics in medicine, 27(12), 2037–2049. https://doi.org/10.1002/sim.3150
LN Daniel Álvarez García
Nutriólogo y entrenador especialista en culturismo natural
NASM-CPT