INTRODUCCIÓN
La creatina está en boca de todos, figurativa y literalmente, en estos días. Es el suplemento, me atrevo a decir, más popular entre la población fitness ya sea con fines de rendimiento, composición corporal o función cognitiva. Sin embargo, para algunos resulta algo sobrevalorado que recibe más prensa de la que realmente merece, y quizás tengan un argumento válido en determinados contextos; por otro lado, a medida que pasa el tiempo y la investigación continúa acumulándose, encontramos nuevos potenciales beneficios que nos hacen cuestionar si fuese prudente colocar un pequeño altar con una veladora para nuestro querido suplemento. Debido a que la creatina tiene efectos antioxidantes, antinflamatorios, e inmunomoduladores, podría ser de interés si hablamos incluso de cáncer. Tal es el caso del estudio del que hablaremos en esta ocasión.
EL ESTUDIO
En primer lugar, quiero advertirte que se trata de un estudio transversal, el cual recopila datos de una muestra de personas en un momento único del tiempo y analiza la prevalencia de una enfermedad, en este caso cáncer, en ausencia o presencia de una característica, en este caso la ingesta de creatina. En palabras más sencillas, este estudio es incapaz de establecer una relación causa y efecto, pero sí puede informarnos sobre potenciales líneas de investigación futuras.

¿Por qué la creatina?
Es bastante claro que la creatina puede incrementar el rendimiento al convertirse en fosfocreatina y almacenarse en los músculos, otorgando energía rápidamente en actividades de alta intensidad y corta duración. Adicionalmente, también puede incrementar las reservas de fosfocreatina en el cerebro y potencialmente protegernos contra trastornos neuronales. Por si fuera poco, también actúa como un antioxidante protegiendo diversos tejidos del daño oxidativo y modulando la respuesta inmune al influir en la polarización de los macrófagos. ¿Pero sabes qué no hace la creatina? Hacerte entender que no es buena idea regresar por sexta vez con tu ex, solo digo.
¿Qué hicieron los investigadores?
Se utilizaron datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) de entre 2007-2018 que incluyeron a 25,879 participantes. Los criterios de exclusión fueron edad <20 años, embarazo, infección por VIH, datos faltantes de IMC, nivel educativo no especificado, e información faltante sobre actividad física, hipertensión, diabetes, y tabaquismo.

¿Cómo se analizó la ingesta de creatina?
Para conocer los niveles de creatina de los participantes, los investigadores reunieron datos de entrevistas dietéticas y evaluaron el consumo de cárnicos incluyendo res, aves, pescados y mariscos. La concentración promedio de creatina para todas las fuentes de proteína animal fue estimada en 0.11 g/onza.
Covariables
Se refiere a las variables que no son el foco central de la investigación, pero que sí pueden afectar el resultado final; en este caso fueron la edad, sexo, raza, nivel educativo, índice de ingresos, IMC, tabaquismo, consumo de alcohol, actividad física moderada, hipertensión, diabetes, y depresión.
HALLAZGOS
El hallazgo principal de este estudio fue una correlación negativa significativa entre la ingesta dietética de creatina y el riesgo de cáncer. Luego de controlar posibles factores de confusión, cada aumento de una desviación estándar en la ingesta dietética de creatina se asoció con una disminución de aproximadamente el 5% en el riesgo de cáncer.

Esta asociación siguió siendo significativa en varios niveles de ingesta de creatina y, en particular para los participantes de >52 años, cada 0,09 g adicionales de creatina se relacionó con una reducción del 14% en el riesgo de cáncer.


Un matiz importante es que este estudio examinó el riesgo de ser diagnosticado con cáncer y no la mortalidad por el mismo, que ha sido el foco de estudios previos.
CONCLUSIONES
¿Por qué la creatina podría asociarse a menor riesgo de padecer cáncer? Es posible que la ingesta de una mayor cantidad de proteínas animales, que contienen a su vez más creatina, nos hable del estilo de vida de las personas; en conjunto podríamos pensar en individuos que realizan actividad física y tienen hábitos que favorecen la retención de masa libre de grasa en edades avanzadas. A pesar de que este estudio controló diversas covariables, el mecanismo por el cual la creatina podría reducir el riesgo de cáncer no es claro, por lo cual podríamos estar confundiendo el efecto de alguna otra covariable no controlada sobre estos resultados.
Finalmente, conviene mencionar que este estudio tampoco evaluó otros nutrientes importantes como los ácidos grasos omega-3, vitamina D, o suplementos adicionales a la creatina. Como tal, estos hallazgos son interesantes y nos hacen, de nueva cuenta, considerar la suplementación con creatina como algo que va más allá del rendimiento deportivo exclusivamente.
REFERENCIA
Jiang, J., Zhao, H., Chen, J., Du, J., Ni, W., Zheng, B., Wu, J., & Xiao, C. (2025). The association between dietary creatine intake and cancer in U.S. adults: insights from NHANES 2007-2018. Frontiers in nutrition, 11, 1460057. https://doi.org/10.3389/fnut.2024.1460057
LN Daniel Álvarez García
Nutriólogo y entrenador especialista en culturismo natural
NASM-CPT