INTRODUCCIÓN
Es muy habitual que busquemos la siguiente gran cosa para mejorar nuestro rendimiento en el gimnasio, ya sean suplementos, técnicas avanzadas, o cualquier estrategia posible. Una de estas estrategias, que no solo parece ser interesante, sino que también es gratis, es maldecir. Literalmente decir groserías podría mejorar el rendimiento; vamos a explorar este curioso tema.
¿Qué son las malas palabras o groserías puntualmente?
Son aquellas que son consideradas tabú o potencialmente ofensivas, y que por sí mismo son un fenómeno por demás complejo que nos ha acompañado a la par del propio desarrollo del lenguaje, así que si tus abuelos te dicen que en sus tiempos la gente era más educada están llenos de mie…de miedos poco fundamentados. El que nos veamos inhibidos para usar ciertas palabras ya sea por creencias religiosas o normas sociales, hace que, al emplearlas, tengan ciertos efectos psicológicos interesantes en nosotros.
Por ejemplo, el uso de malas palabras se ha asociado con una mayor tolerancia al dolor, mejor humor, vínculos sociales más fuertes, e incluso mejor memoria. Ahora, ¿puede el uso de malas palabras ayudarnos a rendir más en el gimnasio?
EL ESTUDIO
El propósito de esta revisión fue proporcionar una descripción general de la evidencia disponible sobre las malas palabras y el rendimiento físico y analizar los posibles mecanismos subyacentes.

Un estudio seminal de Stephens en 2018 encontró que las malas palabras aumentaron la potencia máxima y promedio en la prueba de potencia anaeróbica de Wingate en un promedio de 4.5% y mejoraron la fuerza de agarre en un promedio de 8% en comparación con la repetición de una palabra que no era una mala palabra. Como dato totalmente necesario, las malas palabras en dicho estudio fueron “fuck”, “shit” y “cunt”.
¿Cuáles son los posibles mecanismos?
De ser el caso que emplear malas palabras durante el entrenamiento o durante una prueba de esfuerzo físico mejora el rendimiento, ¿cómo es que esto sucede? Un posible mecanismo es la excitación fisiológica, particularmente mediado por el sistema nervioso simpático. Lo que esto desencadena es básicamente una respuesta de “huir o pelear”, lo cual nos pone alertas y en mejores condiciones para la actividad física. Sin embargo, la investigación en esta área muestra resultados contradictorios e insuficientes para inferir conclusiones definitivas.
¿Es entonces un efecto psicológico?
Por otro lado, la excitación psicológica se refiere a la activación de estados emocionales y mentales como la confianza, humor, y/o distracción. Aunque si soy sincero, y de forma personal, lo que menos quiero al entrenar es algo que me distraiga, así que dejen de llamar gente del banco, ya les dije que no quiero sus cochinas tarjetas de crédito. Otro mecanismo que podría explicar el efecto ergogénico de maldecir es la desinhibición; al incrementar la conducta de riesgo es posible que incrementemos la confianza en nosotros mismos de la mano de emociones positivas.
¿Pueden las malas palabras ser un analgésico?
Bueno, eso es precisamente lo que la hipoalgesia inducida las malas palabras es, y es un efecto que se ha observado en algunos estudios a la fecha. De nueva cuenta, es importante reiterar que, al tratarse de un área emergente en la investigación, los hallazgos en este aspecto son mixtos y aun se requiere de más estudios que exploren este efecto.
En la siguiente imagen puedes ver el resumen de los posibles mecanismos por los cuales las malas palabras podrían mejorar el rendimiento:

Bueno, ¿y cómo dosificar las malas palabras?
Lo sé, somos seres sociales, aún con esto es importante recordar que, lo creas o no, hay mas personas en un gimnasio aparte de nosotros mismos y nuestros malos modales. Así que es necesario saber qué dosis de malas palabras pueden hacer el truco. De inicio, puedes elegir las malas palabras que tu prefieras, pero las más usuales son: “mierda”, “joder” y quizás “chingue su madre el América” si vives en México como yo. En general, una dosis de 2-3 malas palabras, o incluso hasta 45 si eres de Sahuayo, Michoacán pueden ser suficientes.
Como nota personal, actualmente he encontrado que mientras más tranquilo y enfocado estoy en mi entrenamiento tengo un mejor rendimiento. Así que no te sientas obligado a profanar en vano si no es algo que vaya con tu personalidad, algunos de nosotros preferimos una vida silenciosa, pero con la libertad de decir malas palabras si así lo deseamos de vez en vez.
CONCLUSIONES
De acuerdo con los autores, se ha demostrado que decir palabrotas mejora el rendimiento físico en tareas relativamente breves e intensas, y este efecto se ha repetido en distintos experimentos, lo que sugiere que puede ser un efecto fiable. Sin embargo, no estamos muy seguros de cuales son los mecanismos que explican este fenómeno, ni tampoco de la dosis de calumnias que deberíamos propagar para beneficiarnos en nuestro entrenamiento.
Por ahora, si te apetece maldecir a los asistentes del gimnasio que no limpian las máquinas, o que llevan consigo dos toallas para apartar equipo, o que no descargan sus lamentables cargas en la prensa de piernas, por favor hazlo.
REFERENCIA
Washmuth, N. B., Stephens, R., & Ballmann, C. G. (2024). Effect of swearing on physical performance: a mini-review. Frontiers in psychology, 15, 1445175. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2024.1445175
LN Daniel Álvarez García
Nutriólogo y entrenador especialista en culturismo natural
NASM-CPT