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INTRODUCCIÓN

Se ha hipotetizado que comer pequeñas ingestas, pero más frecuentes durante el día, podría ser mejor para la pérdida de peso al disminuir el apetito e incrementar la saciedad. Es una práctica aún común para muchos nutriólogos el incluir snacks entre tiempos de comida argumentando que pasar muchas horas sin comer podría perjudicar la tasa metabólica entre muchos otros males, como recibir correos del SAT en lugar de regalos de cumpleaños, como es típico luego de los 30 años. Sin embargo, en la literatura científica, la relación entre la frecuencia de alimentación y la regulación del apetito es algo incierta.


EL ESTUDIO

El objetivo de este estudio fue examinar medidas objetivas (grelina y péptido YY) y subjetivas del apetito luego de intervenciones de frecuencia de alimentación alta y baja de 21 días entre adultos sanos. Hay que recordar, que la grelina liberada en el estómago promueve el hambre estimulando así el consumo de alimentos, mientras que el PYY, secretado en el íleon, tiene la función opuesta al suprimir el apetito. Por tanto, conocer las respuestas de ambas hormonas ante distintos patrones de alimentación podría arrojar luz sobre este incierto tema, tan incierto como el futuro que nos depara en un mundo de capitalismo depredador, querido(a) lector(a).

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¿Qué hicieron los investigadores?

Participaron 50 sujetos de una edad media de 32 años, 78 % mujeres y 60 % hombres, todos ellos blancos no hispanos, para sorpresa de nadie. A todos los participantes se es dieron comidas eucalóricas que solo variaban en el número de ingestas, entre 3 y 6 al día.  Al final de cada intervención, los participantes completaron una visita al laboratorio en la cual se midieron el apetito y saciedad de forma subjetiva y los niveles hormonales de forma objetiva.

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Los participantes en la condición de frecuencia alta de comidas consumieron alimentos cada dos horas (4 en total), mientras que la condición de frecuencia baja cada cuatro horas (2 en total). Sin embargo, una limitante que conviene mencionar desde ahora es que la intervención nutricional fue eucalórica y no una restricción energética, por lo cual debemos ser cautelosos con los hallazgos.


HALLAZGOS

En cuanto a las medidas hormonales, tanto los niveles de grelina como PYY fueron mayores en la condición de 4 comidas en comparación con 2 comidas.

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Sin embargo, a pesar de esto, el hambre, saciedad y deseo de comer no variaron entre ambas condiciones.

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CONCLUSIONES

De forma simple, una mayor frecuencia de alimentación se asoció a menores cambios en los niveles posprandiales de grelina y PYY, así como hambre y deseo de comer reportados. Lejos de ser concluyentes, estos resultados son mixtos y no parecen ser demasiado claros. Por tanto, lo que podemos decir hasta este punto es que observar la respuesta hormonal a la ingesta es muy limitado, ya que esta no se traduce en cambios en la ingesta que sean predecibles.

El número de ingestas es una variable altamente contextual para la cual también deberíamos considerar el estilo de vida, en tanto a ocupación, acceso a alimentos, disponibilidad para hacer más o menos comidas al día, gustos y aversiones, cultura y un sinfín más de variables. Enfocarse casi exclusivamente en un posible mecanismo hormonal para tomar decisiones resulta poco ponderado e ingenuo en cierta medida.



REFERENCIA

Zhang, X., Perrigue, M., Schenk, J. M., Drewnowski, A., Wang, C. Y., Beatty, S. J., & Neuhouser, M. L. (2025). Objective and subjective appetite measures: high versus low eating frequency in a randomized crossover clinical trial. Obesity (Silver Spring, Md.)33(5), 879–891. https://doi.org/10.1002/oby.24265

LN Daniel Álvarez García

    Nutriólogo y entrenador especialista en culturismo natural
    NASM-CPT