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INTRODUCCIÓN

Si eres lector habitual de este blog, sabrás que no somos extraños para la apertura a la conversación sobre la salud mental. El mundo actualmente es incierto, la educación no parece ser ya una garantía para una vida tranquila, y por todos lados encontramos noticias desconcertantes y fatídicas. No es de sorprenderse que la depresión es ahora una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial y afecta a más de 300 millones de personas cada año. No es fácil, como quizás habrás experimentado, querido(a) lector(a), la depresión a veces se siente como un lastre que no nos permite ser productivos en un mundo que nos exige hiperproductividad y nunca detenernos. En algunos casos, la ideación y comportamiento suicida puede ser una manifestación de todo aquello a lo cual nos es difícil encontrar palabras para describir y más aún, dejar atrás.

Es por esto por lo que hablar de salud mental es un deber para todos aquellos que nos dedicamos a las ciencias de la salud, incluso siendo una prioridad crítica para la salud pública. No hace falta pretender que todo va bien, sino más bien, hace falta tener la apertura para saber que no todo tiene que ir bien para que comencemos a caminar hacia un horizonte brillante para todos.


EL ESTUDIO

Aquí es en donde entra el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF). Se trata de una neurotrofina distribuida en varias regiones de nuestro cerebro y que está vinculada a procesos cognitivos como el aprendizaje, la memoria y la regulación emocional. Se ha encontrado en diversos estudios que las personas con depresión muestran niveles reducidos de BDNF, por lo cual estrategias que puedan modularla al alta se vuelven muy interesantes. Tal es el caso del ejercicio, que ha mostrado incrementar los niveles de BDNF tanto en ensayos clínicos como en estudios en animales.

Una captura de pantalla de un celularEl contenido generado por IA puede ser incorrecto.

Sin embargo, existen muchas brechas en la literatura actualmente. Muchas de las medidas de depresión se basan en autoinformes y escalas clínicas, que pueden ser muy subjetivas. Adicionalmente, no se han comparado distintas modalidades de ejercicio para conocer cómo se puede ver afectada la respuesta en el incremento de BDNF con cada una de ellas. Es por ello que el objetivo de este estudio fue evaluar sistemáticamente los efectos de varios tipos y dosis de ejercicio sobre los niveles de BDNF en pacientes con depresión a través de metaanálisis por pares, metaanálisis en red (NMA) y NMA dosis-respuesta y brindar recomendaciones personalizadas de prescripción de ejercicio.


¿Qué hicieron los investigadores?

Se incluyeron un total de 36 ensayos controlados aleatorizados que a su vez incluyeron a 2,515 adultos con un diagnóstico clínico de depresión. Las intervenciones de entrenamiento fueron las siguientes:

TablaEl contenido generado por IA puede ser incorrecto.


Los resultados de las intervenciones debían informar los cambios en los niveles de BDNF, medidos en unidades internacionales estándar (ng/mL o pg/mL). Tampoco se incluyeron estudios que no fueran ensayos aleatorizados controlados, como resúmenes de conferencias, por ejemplo. Para conocer la cantidad de ejercicio realizada y su impacto sobre los niveles de BDNF, los investigadores calcularon la siguiente la fórmula: Dosis de ejercicio = Intensidad de la modalidad de ejercicio específica (equivalente metabólico de tareas [MET]) × Frecuencia de ejercicio semanal × Duración de cada sesión de ejercicio.

Finalmente, y de forma importante, el riesgo de sesgo de todos los estudios incluidos se evaluó mediante la herramienta Cochrane de Riesgo de Sesgo, versión 2. 


HALLAZGOS

De forma poco sorprendente, todas las intervenciones de ejercicio mostraron niveles de BDNF más elevados con respecto al inicio de los distintos ensayos. Sin embargo, la combinación de aeróbico y fuerza, solo fuerza y yoga mostraron aumentos estadísticamente significativos en comparación con los grupos control.

Figura 3


Respecto al análisis dosis-respuesta, el entrenamiento de fuerza y combinado fueron efectivos cuando se realizaban sesiones de ~30-45 minutos, al menos 3-4 veces por semana. En el caso del yoga, ~35-55 minutos, al menos 2-3 veces por semana.

Figura 6


Es probable que el ejercicio aeróbico incremente los niveles de BDNF al incrementar el flujo sanguíneo sistémico y el suministro de oxígeno, mientras que el ejercicio de fuerza podría hacerlo al reducir la respuesta inflamatoria y mejorar la función metabólica. Por otro lado, los denominados ejercicios mente-cuerpo como el yoga, mejoran el manejo del estrés y las habilidades de regulación emocional, ayudando a los pacientes a desarrollar una mayor resiliencia psicológica y tener así menor riesgo de recaídas.


CONCLUSIONES

Para finalizar, debemos recordar que todo estudio presenta limitaciones, y la poca cantidad de estudios incluidos en este es una de ellas. Adicionalmente, al ser un estudio centrado en adultos, no sabemos si estos hallazgos podrían extrapolarse a adolescentes, por ejemplo.

Por ahora, si actualmente crees tener depresión, por favor no uses esta entrada para autodiagnosticarte, ve con un profesional y no tengas miedo de comenzar tu proceso. No es sencillo sentirnos vulnerables y cansados, pero hay muchas cosas que podemos hacer para comenzar a vivir una vida más plena. En conjunto con la debida atención psicológica, querido(a) lector(a), el ejercicio en sus distintas modalidades puede hacer mucho por nosotros y por los que queremos.



REFERENCIA

Yuping, Z., Tianbi, L., Wentao, S., Yun, L., & Guodong, Z. (2024). The Optimal Type and Dose of Exercise for Elevating Brain-Derived Neurotrophic Factor Levels in Patients With Depression: A Systematic Review With Pairwise, Network, and Dose-Response Meta-Analyses. Depression and anxiety2024, 5716755. https://doi.org/10.1155/da/5716755


La imagen de esta entrada es una pintura realizada por Edward Hopper titulada "Nighthawks" original de 1942.

LN Daniel Álvarez García

    Nutriólogo y entrenador especialista en culturismo natural
    NASM-CPT