INTRODUCCIÓN
—Papá ¿qué es la mente? ¿Es un sistema de impulsos o algo tangible? —preguntó Bart Simpson a Homero en alguna ocasión. Si te preguntas por la respuesta dada por Homero, nos invitó a preguntarnos a nosotros mismos qué es lo real, que quizás sea nada realmente. Personalmente encuentro la pregunta en cuestión sumamente fascinante; se trata de uno de esos conceptos como el tiempo o la consciencia que empleamos todos los días pero que si alguien nos preguntara por su definición seguramente titubearíamos en desconcierto.
Si buscamos respuestas en la literatura científica encontraremos que, como muchas otras cosas, los científicos no convergen en una sola respuesta, pero las personas de distintas culturas puede que sí lo hagan. Podemos comenzar diciendo que la mente se compone de distintas capacidades como la habilidad de sentir tristeza, alegría, orgullo, así como de recordar eventos y planificar a futuro. Sin embargo, estas definiciones se anclan en poblaciones occidentales, y si expandimos nuestros horizontes un poco podríamos encontrar otras definiciones, pero también algunos puntos en común.
EL ESTUDIO
En realidad, se trata de dos artículos que pueden brindarnos respuestas; el primero realizó cuestionarios a niños y adultos de Estados Unidos, Ghana, Tailandia, China y Vanuatu y encontró que esta muestra conceptualizaba la mente como una estructura parsimoniosa. Los resultados de su investigación indicaron una continuidad tanto intercultural como en el desarrollo: en todos los sitios estudiados, tantos adultos como niños demostraron que las capacidades cognitivas operan independientemente de las sensaciones corporales. Esto sugiere que la distinción entre mente y cuerpo es común en diversas culturas y está presente desde la infancia media.

Sin embargo, hubo diferencias culturales y de desarrollo significativas en cómo se veía el estado de las capacidades socioemocionales: como parte del cuerpo, de la mente o una categoría aparte.
¿Qué hicieron los investigadores?
Para darnos un poco más de claridad sobre el asunto es importante entender cómo se llegó a estos interesantes hallazgos. Los investigadores presentaron a cada participante 23 capacidades mentales (sentir dolor, alegría, por ejemplo) e introdujeron una clase de entidades (niños, flores, perros) a lo cual debían responder si dichas entidades eran capaces de sentir dolor, alegría, etc. Posteriormente, se analizaron las poblaciones por separado y se encontró que en algunas de ellas se identificaban organizaciones estructurales de dos, tres, y cuatro dimensiones.
¿Cuáles son estas dimensiones?
Algunas de estas dimensiones combinaban las experiencias corporales y afectivas, como sentir hambre y miedo, por ejemplo. Otra dimensión combinaba las capacidades perceptivas y cognitivas, como entender algo nuevo y escuchar sonidos, por ejemplo. La tercera dimensión se componía entonces de las emociones y se encontró que, en esta en particular, había mucha variación entre las respuestas otorgadas por los participantes de distintas muestras.
Es muy interesante observar que entre culturas estas dimensiones pueden presentar variación; por ejemplo, si una roca es capaz o no de recordar, o si una flor puede o no sentir dolor. Sin embargo, la forma que se organizan estas estructuras es muy similar; por ejemplo, la creencia de que la memoria va de la mano con la toma de decisiones o que el dolor va de la mano con el miedo o la felicidad.
EL OTRO ESTUDIO
En este otro breve artículo de opinión y actualización, el autor nos narra precisamente estos hallazgos considerándolos como un punto importante en nuestro entendimiento de la mente, debido a las características en común que compartimos entre diversas culturas y naciones.

Las etiquetas que comúnmente empleamos para denominar cada una de estas dimensiones son: Cuerpo, Mente y Corazón; las experiencias y sensaciones corporales, las capacidades cognitivas y perceptivas, y las capacidades emocionales, respectivamente. Por otro lado, es notable remarcar que estamos lejos de una definición concluyente, en particular porque no se incluyeron las dimensiones morales y sociales de nuestra capacidad cognitiva.
CONCLUSIÓN
Si bien estoy consiente que este no es precisamente una entrada acerca del fitness como tal, considero que es importante expandir nuestros horizontes y conocer más allá de la ciencia en general para conocernos a nosotros mismos mejor. Definir qué es la mente resulta una tarea sumamente compleja pero quizás, si observamos a nuestro alrededor, y volteamos a la persona que tenemos a nuestro lado, así como a aquellas con las cuales no parece que compartamos demasiado en común, es casi seguro que encontraremos puntos de común acuerdo acerca de la experiencia humana, más allá de etiquetas y nociones o bien, constructos sociales.
REFERENCIAS
Weisman, K., Legare, C.H., Smith, R.E. et al. Similarities and differences in concepts of mental life among adults and children in five cultures. Nat Hum Behav 5, 1358–1368 (2021). https://doi.org/10.1038/s41562-021-01184-8
Malle B. F. (2021). What the mind is. Nature human behaviour, 5(10), 1269–1270. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34446915/
Portada: “El hijo del hombre” por René François Ghislain Magritte
LN Daniel Álvarez García
Nutriólogo y entrenador especialista en culturismo natural
NASM-CPT